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Foto del escritorLaura Castellano G.

Buscando la “perfección”...

Solemos entender que perfecto es algo que esta hecho correctamente, que es adecuado para un determinado fin y que “No tiene mayor mejora” ya que cumple con los requerimientos estipulados. Este concepto como muchos otros, parte de una valoración que es en mayor medida social, es decir, suele requerirse un acuerdo para considerar algo perfecto, debe de cumplir ciertos parámetros, veamos algunos ejemplos:


Cuando se evalúa el comportamiento de un niño en clase, se consideran ciertos aspectos como, por ejemplo: prestar atención, ser colaborador, respetuoso, intervenir de manera adecuada, realizar todas las actividades estipuladas y mantener el orden y limpieza del aula. Cuando un niño cumple con todos estos puntos, obtiene una evaluación perfecta, es decir, la máxima puntuación, haciendo referencia a que por encima de eso, no hay mas.


Lo mismo sucede cuando los padres advierten a sus hijos de las posibles consecuencias que obtendrán dependiendo de su comportamiento, si se portan excelente podrán salir a jugar al parque, de lo contrario, se quedarán sin salir. Puede que, aunque varíen en parte los parámetros a considerar, siempre hay unos requisitos que cumplir para obtener esa perfección.


Pasa lo mismo con las rúbricas específicas para elaborar y corregir trabajos universitarios y en el área laboral, el cumplir con una serie de aspectos y mejorarlos. En estos casos la valoración del nivel de perfección viene de otra persona.

En general, parece una exigencia social el ser perfectos, tener cuerpos esbeltos, la nariz perfecta, el carácter perfecto, la casa perfecta, síntesis curriculares perfectas, modo de vestir perfecto y un sinfín de aspectos y requisitos que, a su vez, es poco realista pensar en la posibilidad de obtenerlas todas y sobre todo, valorarlas como tal.


Cuando la valoración la hacemos nosotros, podemos observar que no es estable en el tiempo, es decir, podemos valorar algo como perfecto en el momento y al recordar ese instante, incorporar en el pensamiento cambios que haríamos para que realmente hubiese sido perfecto, o al menos volverlo valorar de la misma manera. Un ejemplo de ello ocurre habitualmente en la fase de enamoramiento en las relaciones de pareja, cuando estamos en esas primeras fases del romance, cada momento nos parece perfecto, sin embargo, cuando hacemos memoria, fases posteriores o incluso cuando se ha terminado la relación, a ese mismo momento que habíamos considerado perfecto, le encontramos detalles negativos y lo dejamos de valorar de esa manera.

Lo mismo ocurre cuando un momento al recordarlo, lo valoramos mejor de lo que pudo haber sido en realidad, esto se da por un proceso que se llama Idealización el cual lo hablaremos en otro artículo.

El concepto de “perfección” me ha llamado mucho la atención porque no dejemos de ser seres imperfectos buscando la perfección, parece que buscamos algo que esta muy fuera de nuestros límites personales y que es algo incluso muy difícil de alcanzar, por la misma razón de que no somos perfectos.

Esto de creer que necesitamos alcanzar esa “perfección” nos puede llegar a generar niveles muy elevados de frustración y te cuento por qué:


1. Lo que tu consideras que es perfecto, puede que no lo sea para alguien más, con lo cual, es probable que no recibamos esa aprobación que buscamos o sencillamente no sea recibido de la misma manera al compartirlo.


2. Todo es mejorable, con lo cual nunca llegaría a ser “Perfecto” (considerando la perfección como un límite, lo cual no puede ser mejor, ya es perfecto).


3. Somos imperfectos, con lo cual, eso perfecto no lo podríamos buscar en nosotros porque no lo conseguiríamos, eso hace que lo busquemos fuera y, por tanto, no dejemos nunca de buscar…


4. Creemos y esperamos que el otro sea perfecto (nuestra pareja, amigos, familiares, compañeros de trabajos, jefes, etc.) al igual que esperamos que las situaciones sean perfectas (condiciones laborales perfectas, matrimoniales perfectas, el viaje perfecto, etc.) cosa que no va a suceder, ellos tampoco serán perfectos y que las situaciones sean perfectas también es muy difícil (si esperamos que sea algo más que un momento).


Entonces se podría decir que la perfección es momentánea y situacional, es algo corto en el tiempo, serían aspectos relacionados con el camino más que con el destino en sí, como la felicidad: la felicidad no es un lugar a donde se llega, (no hay un lugar que nos garantice la felicidad plena por el resto de nuestras vidas), es una actitud, es la valoración de momentos que vivimos como felices, y es una manera de ver la vida…

Conseguir bajo esta perspectiva la perfección, hemos visto que tiene un nivel de dificultad sumamente elevado… lo que no significa que no haya una perfección ni que las cosas y vivencias no se experimenten, se perciban o se valoren como perfectas. En este caso podemos revisar la manera en cómo vemos la perfección, si ponemos un listón muy alto o, por el contrario, somos más flexibles en este sentido.


Las personas que son perfeccionistas (que buscan hacerlo todo perfecto), suelen tener un listón muy alto para alcanzarlo, por esta razón, son personas que suelen sufrir más la frustración, suelen haber pocas cosas que consideren como perfectas.


Por otro lado, hay personas que encuentran la perfección en las cosas más simples, y su valoración no se ubica en polos (perfección-imperfección), sino más bien entre ellos, donde la perfección es justo el equilibrio, sabiendo que las cosas pueden ser mejorables y a la vez, son perfectas.


Una visión donde hacer de lo imperfecto algo perfecto, nos permite darle un valor real, todo tiene componentes positivos y negativos, es inevitable, aun así, pueden ser perfectas.


Adicionalmente nos ofrece no solo mayor control, sino la posibilidad de adecuarlo a nuestra propia valoración de sí mismo, nos permite observarlo y contemplarlo como alcanzable y, por tanto, nos motiva a conseguirlo. La transformación está en nuestras manos, en nuestra percepción y valoración.


Por tanto, entendemos que este concepto en ocasiones puede volverse uno de los motivos de nuestro malestar o incluso base de ellos. Implica no solo lo que nos exigimos a nosotros mismos sino también lo que le exigimos a los demás. En ocasiones nuestros listones son muy altos y los verdaderos logros no se observan ni se valoran como tal.

Definamos nuestra propia perfección. Creemos situaciones, en las que no esperemos que carezcan los aspectos negativos, sino en las que encontremos el equilibrio y lo valoremos como perfectas para nosotros.







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